Francis Cabezos, CCOO

Francis Cabezos, Secretario de medio ambiente y salud laboral de FSC-CCOO

En no pocas ocasiones nos encontramos ante la dicotomía sobre si la defensa del empleo ha de estar por encima de la protección del medio ambiente, sobre todo en determinados sectores productivos que tienen sobre sí esa mácula de contaminación, predación de recursos naturales o riesgos concretos y directos para la salud de la ciudadanía. Cuando esto se produce y tiene su reflejo en prensa, rápidamente comienzan a aparecer comentarios de todo tipo en las redes sociales, que cuestionan con dureza determinados posicionamientos que los sindicatos, en este caso CCOO, puede estar defendiendo o posicionándose.

Hay ocasiones en las que la celeridad no permite llevar a cabo una mínima reflexión antes de lanzar y valorar una noticia, tal como nos exigen las redes sociales que se caracterizan por la inmediatez de sus intervenciones. Pasado un tiempo de maduración es oportuno reflexionar sobre si se puede ser sindicalista y ecologista al mismo tiempo, interrogante que nos proponen muchos internautas.

Un sindicato es una organización de gente trabajadora que defienden sus derechos, reclama unas mejores condiciones laborales en el seno de su empresa, y en el caso de Comisiones Obreras tiene una clara decisión de intervención socio política. Esta clara vocación de intervención sociopolítica ha hecho que mucha gente se acerque al sindicato porque en él reconoce una organización que no sólo velará por sus derechos laborales sino que está firmemente decidida a contribuir al cambio social en la dirección de la igualdad y la justicia y que se dota de recursos para ello. CCOO nunca fue un sindicato corporativo que velaba por intereses sólo de un grupo, ha sido, y es, el sindicato que defiende los intereses trabajadores en un marco global que piensa en el futuro de la gente trabajadora en su conjunto, en el derecho a una vida digna y a un trato justo.

Dicho esto, el sindicalismo confederal y de clase , no puede ni debe estar ausente de la vida social y política y es por ello que desde CCOO se cuestionan modelos de desarrollo social fracasados e injustos, se realizan propuestas concretas y se procura favorecer, en todos los campos, los cambios que nos permitan caminar hacia un modelo de Estado que garantice la plena participación ciudadana, la toma de decisiones de manera democrática, la cohesión social, la igualdad de oportunidades, la garantía de unos servicios públicos universales y un desarrollo económico que genere empleo digno y de calidad que esté en consonancia con los frágiles equilibrios naturales y que no hipoteque el futuro de las generaciones por venir.

Quienes más padecen las consecuencias de un modelo de desarrollo que atenta contra el medio ambiente son las mayorías, los miles y miles de trabajadores y trabajadoras a los que CCOO representa por eso, cuando hace ya décadas, el problema ecológico (depredación de recursos y contaminación) se planteó como uno de los retos más importantes que afronta la humanidad en la actualidad, no dudamos que esa debía de ser también nuestra lucha, y desde entonces hemos intentado trabajar para avanzar hacia una sociedad más sostenible. De la misma manera en que trabajamos por una sociedad más igualitaria y menos sexista, de la misma manera que trabajamos por una sociedad más saludable. Porque medioambiente, justicia social y salud, son las bases sobre las que se asienta una mejora de las condiciones de vida para la ciudadanía que representamos.

Esa misma ciudadanía, todos y todas, por acción y en muchas ocasiones por omisión, es la que ha ido construyendo globalmente, pero también localmente, un modelo de desarrollo basado en el uso intensivo de la energía: utilizamos energía para obtener más energía de los recursos naturales, volvemos a utilizar energía para el transporte de esos recursos a los lugares donde, de nuevo con energía, se elaboran y manufacturan productos. Sin dejar de usar energía pasamos a distribuirlos y colocarlos en los puntos de venta para que estén a disposición de consumidores y consumidoras. Que a la vez utilizan energía para ir a comprarlos y para consumirlos. En todo este proceso se generan residuos que una vez recogidos o se tiran o requieren de energía para intentar que no sean dañinos para la población y el medio ambiente o para que se puedan reutilizar. Coincidiremos en que este modelo desarrollista absolutamente dependiente de la energía y depredador de recursos no va ayudarnos a conseguir un modelo social, igualitario, sostenible y respetuoso con el medio ambiente y con esas generaciones que aún no han nacido.

El sindicato ha ratificado, en su último congreso confederal, que hay que cambiar los modos de producir, consumir y convivir, aunque también es cierto que en nuestros discursos, propuestas y actuaciones no transitamos siempre con la celeridad que requiere el momento de desequilibrio social y medioambiental actual.

¿Cómo intervenimos?

Aportamos nuestras ideas en el Consejo Asesor de Medio Ambiente (CAMA), muchas de las cuales consideramos están en una clara línea conservacionista que pretendemos sean comprendidas y puestas en marcha por el conjunto de la organización, tarea que no siempre es fácil. También participamos, en la medida de nuestras posibilidades, en los órganos de gestión de los espacios naturales protegidos en los que es viable unir conservación y empleo digno y de calidad, pese a los obstáculos que a veces pone la administración. Desarrollamos un importante número de estudios y acciones concretas en la empresa, para evitar el vertido de residuos contaminantes o conseguir planteamientos de movilidad para el transporte de personas y mercancías más sostenibles.

Otro perfil de nuestra intervención ambiental es formular iniciativas reales y mensurables, con el objeto de implementar medidas de ahorro y eficiencia energética, incluyendo aquí un posicionamiento claro a favor de las energías renovables. Los incendios forestales y la potenciación del sector forestal para la obtención de recursos renovables de nuestros montes, con certificación forestal que garanticen oportunidades de desarrollo a las personas que viven en el ámbito rural, es una línea de intervención consolidada.

Otro ámbito de trabajo es poner sobre la mesa propuestas para avanzar en la modificación de nuestros hábitos en las compras y en el uso de los productos que consumimos; la lista de iniciativas es larga aunque entendemos que haya personas que crean que todavía es insuficiente y que la medida real para valorar está en los hechos y no en las palabras.

Las batallas contra el riesgo químico: amianto, mercurio, pesticidas u otros disruptores endocrinos son una de nuestras señas de identidad y en ellas siempre estamos hablando de dos cosas: salud y medio ambiente. Este binomio es inseparable: si el medio ambiente enferma, las personas enferman. Lo estamos viendo con las epidemias de cáncer, de obesidad, de alergias, etc. Las causas medioambientales de la enfermedad son la clave para entender por qué morimos hoy y de qué morimos, por qué enferman nuestros hijos e hijas y de qué enferman. Ha sido el movimiento ecologista quien empezó a señalar los peligros de una primavera silenciosa, y entre esos ecologistas ha habido, en todo el mundo, sindicalistas, porque las tomas de conciencia nunca son parciales, porque quién lucha por la igualdad y la justicia social no puede permanecer ciego ante la destrucción de nuestro entorno.

¿Que necesita el sindicato para avanzar en este reto o en esta relación entre empleo y medio ambiente y sindicalismo ecologismo? Necesita seguir profundizando en cómo construimos el mundo que los trabajadores y trabajadoras necesitan sin caer en la trampa de confrontar entre empleo o medio ambiente, pues ambas cosas son compatibles y necesarias, ya que de no producirse un equilibrio entre ambos conceptos se producirá lo que en palabras de Sharan Burrow, secretaria general de la Confederación Sindical Internacional “no hay empleo en un planeta muerto” a lo que añadimos “no hay nada sin medio ambiente”. Y necesita para ello seguir mirando hacia fuera: No  es una ilusión, es una necesidad que mucha más gente joven y quizás no tan jóvenes, se incorporen al sindicato y empiecen a impregnar las secciones sindicales, las estructuras y los órganos de decisión de estas ideas para que el CCOO se “reverdezca”.

Abordar el problema medioambiental es ineludible, por ello es necesario que se fortalezcan los puentes que se van construyendo entre el sindicato, organizaciones sociales y ecologistas, porque los cambios son tan globales y tan urgentes que necesitan del esfuerzo de todas las organizaciones, de todas las personas que queremos que la sociedad cambie. En realidad, la cuestión de fondo, la verdadera pregunta que va más allá del enunciado de cabecera, es doble: ¿somos ciudadanos y ciudadanas los sindicalistas? ¿Se debe ser ciudadano y ciudadana y a la vez ser ecologista? La respuesta a ambas preguntas es la misma y es, Sí.

Francis Cabezos
Secretario de medio ambiente y salud laboral de FSC-CCOO